EL
MALTRATO INFANTIL

En nuestro país seis
de cada diez niños son maltratados o agredidos (SERNAM 1996). Al igual que en
el caso de la violencia conyugal el tema del maltrato hacia los niños no es culpa
solo del agresor, este problema se da en familias que viven dificultades de
relación entre ellos y se usa la fuerza como una alternativa para resolver una
situación que se hace inmanejable. En ningún caso el agredir a otro es una
forma eficiente para lograr que el otro aprenda. Y aunque tradicionalmente se
piensa que el golpe o la descalificación pública pueden ser efectivos para
evitar que un niño haga algo, esto tiene consecuencias más graves de lo que se
piensa.
A veces los padres
hacen uso del castigo físico en situaciones puntuales. Esto no puede ser
llamado maltrato infantil, pero hay que decir que el castigo físico no es ni
tan eficiente, ni tan inofensivo como parece.
Un niño que ve que su
padre o madre le pega, pensará que pegar es una conducta que es útil para
corregir al otro, y es probable que la use frente a sus compañeros o amigos.
Además tiene poco efecto en eliminar conductas que se quieren evitar, ya que
solo garantiza que el niño no haga “lo incorrecto” delante del padre o persona
que castiga, pero puede hacerla cuando esté en otra parte o cuidado por otras
personas.
Además el castigo
físico o la descalificación tienen también efectos en la imagen que el niño tiene
de si mismo. Así un niño que es llamado tonto o que se siente “malo” se sentirá
mal consigo mismo, aunque esto no se le diga frecuentemente.

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